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El equipo se conjura justo antes de salir a jugar su partido.
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El mundo del fútbol es criticado en incontable ocasiones por las justas o injustas cantidades de dinero, personas, horas en televisión, medios escritos, radiofónicos, y portadas que se le dedican. Es un debate que dejo para los que amen el fútbol, que no es mi caso. Yo amo al Betis, tan sólo al Betis, a su mundo pequeño de las grandes gestas, al universo verde que tiñe la calle Tajo los días de fútbol. Amo sus peculiaridades porque me recuerdan que el fútbol sólo es la excusa para sentir que aún somos una familia, un clan, una cantidad inmensa de hermanos, hermanas, tíos, tías, padres, abuelos, primos y primas, novios y amantes, somos una masa de amor incondicional, sin reparos ni intereses.
El beticismo está en la afición, pero empieza dentro, dentro de la organización, dentro de los corazones de cada uno que se levanta cada mañana, se viste con su distintivo verdiblanco en el corazón e intenta hacer del equipo de la ciudad del sol un ente más grande, fuerte, poderoso.
Y después de pasar un día en las entrañas del club, con el División de Honor del Real Betis Balompié, y de sus máximos responsables directos, como son David Ortega (esta semana sonó con mucha fuerza para sustituir a Oli al frente del Betis B) y Fran Toribio, excelente preparador físico, recordé lo que no hacía falta pero a cualquier bético le conviene recordar, el Betis también son ellos, los técnicos y jugadores de la cantera.
Llevar con orgullo el nombre del Real Betis Balompié al resto del mundo y empezando por casa, es una obligación sentimental, moral y disciplinaria que por desgracia en un club anquilosado por el alquitrán recalcitrante de un pasado muy reciente, con unas deficiencias técnicas y unas desventajas competitivas notables en lo que a cantera se refiere, no debe ser fácil. Competir siempre por detrás de los demás equipos, sin ir más lejos con una sexta parte de los recursos del otro equipo de la ciudad debe ser espantoso. Tener encima la autoexigencia de intentar dar los mejores resultados y estar por encima siempre. por autoexigencia del escudo que llevas en la camiseta, y por la ilusión de las miles de personas que siguen tus pasos, del nivel que realmente por medios se tiene es una heroicidad.
Pero este equipo (el División de Honor) al completo, es un orgullo para el Club de nuestros amores. Y no por sus resultados, enormes para las limitaciones, o porque tenga futuros ídolos verdiblancos, que tiene mimbres para hacerlo. Sino porque se respira beticismo desde que se encuentran antes del partido hasta que se termina la merecida ducha de después. Y entiendo por beticismo, hermandad, orgullo, pasión, lucha, esfuerzo, superación, autoestima, tenacidad, compañerismo, amor, autoexigencia, compromiso, trabajo, unión, interés común, y respeto.
Un respeto profundo por una camiseta a barras blanquiverdes, por una institución centenaria, de los técnicos por unos jugadores y de unos jugadores por unos técnicos que lo dan todo. Sin duda, lo dan todo.
Me sorprendió gratamente el nivel técnico en la charla previa al calentamiento. Me interesó saber que a los futuros jugadores se les enseña a entender un vocabulario complejo, lleno de conceptos que de no estar trabajados suenan a cualquier idioma extranjero y que sin embargo los jugadores entendían a la perfección. Es importante si quieres llegar a tener jugadores de fútbol, que entiendan que hay que ser profesionales al 100% y eso este equipo lo tiene muy bien asimilado.
Hacer Betis es muchas cosas, pero sin duda, yo, bético desde que nací, puedo asegurar que lo que hacen los jugadores del División de Honor, y su equipo técnico es HACER BETIS CON MAYÚSCULAS. Por eso este reportaje, por eso este granito de arena de este fotógrafo que ve la vida en verde, y que ve brotes verdes donde otros ven alarmas rojas.
Tenemos todos, los medios de comunicación, los blogs, los béticos, los trabajadores, todos sin omisión la obligación de hacer Betis, y de tomar como lección la entrega de este grupo, el compañerismo incondicional y la concentración para volver a conseguir darle la vuelta a estos momentos difíciles en los que a cantera se refiere, exigir un trabajo limpio de antiguas formas de mandar, rebelarnos ante las injusticias que cometen a los que ya no le importa el Real Betis y sólo buscan o bien salvar el culo, o bien minar la confianza de quien muere por este club.
Es mi obligación y mi placer nominar a este grupo como Beticismo de EJEMPLO, y por suerte es mi obligación y mi placer, anunciar que no es el único grupo que trabaja así, sino que son innumerables los profesionales incluidos los jugadores que están llevando a la cantera, el orgullo de ser béticos.
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