Vivir es un puzzle de momentos, y el ser humano ha ido creando momentos efímeros en su mayoría pero eternos en algunas ocasiones. Sobrevolar las Líneas de Nazca es un privilegio y una suerte en la que a pesar del momentito que dura el viaje, que no es más que unos 20 minutos de tu vida, la impresión dura para siempre.
Las Líneas de Nazca son una serie de geoglifos creados en el desierto de Nazca, concretamente en las Pampas de Jumana. Estos geoglifos que sólo son visibles desde el cielo lo realizó la cultura Nazca entre el siglo I y VII d.C demostrando un soberbio uso de herramientas complejas para crear líneas rectas y dibujos animales con excelente precisión.
Es difícil explicar para qué o por qué esta cultura decidió hacer estas figuras, pero lo que sí queda claro es que la mayoría de figuras están hechas para ser vista por los dioses. Recuerdo que en la pequeña avioneta en la que volamos la zona la sensación de náuseas se mezclaba perfectamente con la de asombro.
No podía creer estar recibiendo un mensaje con más de 1500 años de antigüedad por una cultura tan diferente a la nuestra como la noche y el día. Las líneas de Nazca han sido tristemente famosas estos días por una metedura de pata de Greenpeace por los daños ocasionados al intentar protestar por las renovables en una zona que es patrimonio de la humanidad, aunque al contrario que los gobiernos que siguen haciendo caso omiso a los problemas del cambio climático, Greenpeace ha pedido perdón y ha declarado que harán todo lo posible para subsanarlo. Mientras tanto, y mientras se desvelan los misterios que aún quedan por resolver sobre las lineas de Nazca, hoy en día aún se puede disfrutar, sentir y admirar estos geoglifos que te saludan desde la roca y desde hace más de quince siglos.